Siempre que llega el verano me entra una cosa rara por el cuerpo, a la vez que me gusta desconectar y llevar una vida más relajada, siento una especie tensión abismal, el orden y la rutina del invierno desaparecen y con ellos la sensación de que todo está en su sitio. El verano es por naturaleza desorden, maletas, cambios de lugar, otros ordenadores, otros entornos, otras camas... Me gusta y a la vez me inquieta, hay algo en el verano que no se controla, nos dejamos llevar por la celebración y el descanso, es agosto hay que romper...
y esa rotura es a veces tan extraña que nos hace de algún modo, desear volver.
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